Ficha de artículo : 207887
El Rapto de las Sabinas de Francesco Allegrini VENDIDO
Autor : Francesco Allegrini ( Gubbio 1587 - Roma 1663 )
Época: Siglo XVII
VENDIDO
Me complace enormemente presentar, dar a conocer y hacer apreciar directamente esta relevante pareja de "Escenas de historia romana" pintadas al óleo sobre lienzo, de 105 x 130 cm sin marco y de 125 x 155 cm con un increíble marco tallado y dorado del siglo XVII, ambas centradas en el famoso episodio del "Rapto de las Sabinas", fruto naturalmente de un único encargo. De hecho, mientras que en aquella con Rómulo, de la que he hablado anteriormente, delante de la tienda está representado precisamente el "Rapto", la otra creo que se refiere al episodio posterior con los Sabinos que irrumpieron en Roma, para recuperar a sus mujeres que, sin embargo, al haberse ya unido a los romanos, se esforzaron por reconciliar a los dos pueblos que, de hecho, luego se unieron con Roma como su epicentro.
En cualquier caso, constituyen una excepcional nueva adquisición al catálogo de Francesco Allegrini (Gubbio 1587 - Roma 1663), especialmente en lo que respecta a su producción de lienzos para pinacotecas, que sin duda tuvo ocasión de complementar con la hasta ahora más conocida de frescos en varios palacios romanos y de su ciudad natal, donde gozó de la protección y el mecenazgo del obispo Alessandro Sperelli, que le encargó la Capilla del Sacramento en la Catedral.
La actividad de Allegrini como fresquista y decorador de palacios romanos - permanecen a su activo los frescos en San Marcos en Roma y los ciclos en los Palacios Colonna, Costaguti y Doria Pamphilj - ha sido finalmente correctamente delimitada por E. Fumagalli y A.G. De Marchi, distinguiéndola de la del flamenco Vincent Adriaenssen, llamado el "Mozzo de Amberes", recientemente puesto de nuevo en valor, y sobre el cual también el profesor Sestieri ha aportado una contribución adicional (Estudios sobre el Barroco romano. Escritos en honor de Maurizio Fagiolo dell'Arco, Skira, 2004, pp. 219-229).
En cualquier caso, frente a sus obras públicas - no se han citado las de Gubbio y Génova - puede sorprender la dificultad de reconstruir un corpus congruo de pinturas sobre lienzo en los formatos clásicos de pinacoteca, como la relevante pareja aquí examinada, para las que sin duda no debieron faltar las ocasiones a un pintor de éxito como Allegrini. Pero a este respecto, creo que es necesario destacar que esta tarea, además de una cierta falta de interés congénita de la crítica contemporánea, ha sido intrínsecamente obstaculizada precisamente por el aspecto dicotómico de su personalidad, evolucionada primero bajo el ascendente del Cesari para luego abrirse a una determinante adhesión al Barroco, sin embargo, sin defleccionar completamente de inflexiones manieristas, particularmente cultivadas en su más ferviente actividad gráfica y emergentes claramente en sus "escenas bellas que", parte vital de su trabajo, como resulta de los ciclos arriba recordados, confirmados a su mano.
Evidentes son las correspondencias estilísticas y figurativas entre las versiones del rapto de las Sabinas y las obras de pinacoteca típicas de Allegrini con algunos personajes similarmente representados y con una enfatización propia del Barroco, explicando sin embargo las diferencias interpretativas y expositivas para una plena adhesión al Barroco, pero ya subyacente en atenuaciones clasicistas al conceder mayor peso a la figura humana, con el grupo central emergente, en ambos de los cuales muy densa es la presentación de los personajes, concediendo aún un espacio debido en la mitad superior, en uno a la representación de una muralla con torreones cuadrados en diagonal y un fondo paisajístico en la parte derecha, y en el otro a la representación de la tienda de forma más seiscentista que romana, así como el complejo fortificado con los imponentes torreones circulares.
En cualquier caso, en estos dos cuadros, dos obras maestras en absoluto del currículum entero de Allegrini, el pintor muestra haber asimilado plenamente la lección del Berrettini, en cuyo taller se había trasladado después de la muerte del Cavalier d'Arpino en 1640, en la orquestación de vastas masas de personajes con un relleno dinámico de pleno gusto barroco, denunciando algunas reminiscencias manieristas de ella en el fresco capitolino del Cesari, como el grupo de los caballeros en el cuadro con la muralla y en el que la atención del autor se concentra en algunos espléndidos pares de personajes de definición más detallada y de gamas cromáticas más vivas que, como aquel con la mujer del vestido azul a la izquierda y el otro con el guerrero herido tendido en el suelo junto a su escudo a la derecha.
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Dr. Riccardo Moneghini
Historiador del Arte