Ficha de artículo : 207754
El Rapto de las Sabinas, Francesco Allegrini VENDIDO
Autor : Francesco Allegrini ( Gubbio 1587 - Roma 1663 )
Época: Siglo XVII
VENDIDO
Pintura al óleo sobre lienzo, de dimensiones 105 x 130 cm sin marco y 125 x 155 cm con un maravilloso marco tallado y dorado de principios del siglo XVII, que representa el episodio real del Rapto de las Sabinas.
El Rapto de las Sabinas es uno de los eventos más antiguos de la historia de Roma, envuelto en la leyenda.
Según la tradición, Rómulo, después de fundar Roma, se dirige a las poblaciones vecinas para forjar alianzas y obtener mujeres con quienes procrear y poblar la nueva ciudad. Ante la negativa de los vecinos, responde con el engaño: organiza un gran espectáculo para atraer a los habitantes de la región y rapta a sus mujeres; Rómulo programó el rapto para constituir de alguna manera el inicio de la fusión entre los romanos y los sabinos.
La juventud romana no lo tomó de buen grado, tanto que la solución que se avizoraba era la de usar la fuerza. Rómulo, en cambio, en el tercer año de su reinado decidió disimular su resentimiento y organizar unos juegos solemnes, llamados Consualia, dedicados al dios Conso.
Por lo tanto, ordenó a los suyos que invitaran al espectáculo a los pueblos vecinos: desde los Ceninenses, hasta los Antemnati, Crustumini y Sabinos, estos últimos establecidos en la cercana colina Quirinal. El objetivo era llevar a cabo un gigantesco rapto de sus mujeres en medio del espectáculo. Llegó mucha gente, con hijos (entre ellos muchas vírgenes y consortes, también por el deseo de ver la nueva ciudad).
Rómulo tomó asiento entre la multitud y, a la señal convenida, junto con sus hombres, sacaron las espadas y capturaron a las hijas de los Ceninenses, Crustumini, Antemnati y de los Sabinos, dejando escapar a sus padres, que abandonaron la ciudad prometiendo venganza. Algunos cuentan que fueron raptadas solo treinta muchachas, Valerio Anziate quinientas veintisiete, Juba II seiscientas ochenta y tres, mientras que Plutarco estima que no fueron menos de ochocientas. A favor de Rómulo depuso el hecho de que no fue raptada ninguna mujer casada, si se excluye a la sola Ersilia, de cuya condición ignoraban. El rapto fue explicado por Plutarco no tanto como un gesto de soberbia, sino más bien como acto de necesidad, con el fin de mezclar a los dos pueblos. El rapto ocurrió el 21 de agosto en el día en que se celebraron las fiestas de los Consualia.
De los pueblos que habían sufrido la afrenta, fueron derrotados primero los Ceninenses, luego los Antemnati, y los Crustumini, cuya resistencia duró aún menos que la de sus aliados. Una vez finalizadas las operaciones militares, el nuevo rey de Roma dispuso que se enviaran a algunos colonos a los nuevos territorios conquistados.
El último ataque llevado a Roma fue el de los Sabinos, como nos cuentan Livio y Dionisio de Halicarnaso, que primero tomaron el Capitolio, con la traición de Tarpeya, luego involucraron a los romanos en un durísimo enfrentamiento en la Batalla del lago Curzio.
Fue en este momento cuando las mujeres sabinas, que habían sido raptadas anteriormente por los romanos, se lanzaron bajo una lluvia de proyectiles entre las facciones opuestas para dividir a los contendientes y aplacar su ira.
Con este gesto, ambos bandos se detuvieron y decidieron colaborar, estipulando un tratado de paz, en el camino que por este hecho desde entonces se llamaría Vía Sacra, promulgando la unión entre los dos pueblos con comunidad de poder y ciudadanía, asociando los dos reinos (el de Rómulo y Tito Tazio), dejando que la ciudad donde ahora se trasladaba todo el poder decisorio continuara llamándose Roma, aunque todos los romanos fueron llamados Curiti (en recuerdo de la patria natia de Tito Tazio, que era Cures) que veía así duplicada su población.
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Dr. Riccardo Moneghini
Historiador del Arte